Embargo el dolor mi alma,
el ver como pasaste
y sin suspirar ni nada,
tu voz desprendió sollozante un adiós.
Acariciando la amarga soledad,
dejando tú humanidad,
tú orgullo ganar...
Siendo débil y durmiéndote en los laureles
en un paisaje rosa,
como un comodín inservible, ya, gastado del uso,
abrazos abiertos recibiste el desamor
y embargando cuan débil humano
la inigualable rutina de tu penumbroso
corazón, te echaste al olvido,
como palabras que lleva el viento,
como recuerdos guardados en el cajón del olvido.
- Leydi Rodríguez
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